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El presidente Vladimir Putin tiene una obsesión: que Ucrania vuelva al redil en nombre de la grandeza de Rusia, aunque para ello tenga que usar más el garrote que la zanahoria. Para muchos rusos de su generación, que cantaron odas a la gloria de la URSS, el fin de la Unión Soviética y su esfera de influencia en tres años (1989-1991) permanece como una herida punzante. Putin, entonces oficial de la KGB en Alemania Oriental, vivió la derrota de primera mano. Y, según se dice, sufrió las miserias que cayeron sobre tantos de sus compatriotas, obligado a regresar clandestinamente a…
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