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Estados Unidos y Rusia retomaron ayer el diálogo directo, aunque sirvió para poco más que reiterar sus diferencias, con la novedad de las primeras declaraciones del presidente ruso, Vladímir Putin, sobre la crisis de Ucrania en más de un mes.
A primera hora del día el secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, sostuvieron una llamada telefónica en la que ambos diplomáticos repitieron las posiciones previas. Blinken instó a Moscú a iniciar la “desescalada inmediata” de las tensiones en la frontera con Ucrania, a la vez que reiteró su “disposición” a continuar el diálogo “sustantivo” con Moscú por la vía diplomática, según la versión estadounidense.
Por su parte, y de acuerdo al comunicado de Moscú, Lavrov criticó a Washington por “su retórica agresiva” y la “entrega” de armas a las fuerzas armadas ucranianas, e insistió en las exigencias de que se frene la expansión de la OTAN en el este de Europa.
Desde Moscú, y por primera vez desde finales de diciembre, Putin rompió su silencio al advertir que Occidente ha ignorado las garantías de seguridad exigidas por Moscú. Entre ellas figuran poner freno a una mayor expansión de la OTAN, en particular a Ucrania y Georgia, y el cese de toda cooperación militar con las antiguas repúblicas soviéticas.
El mandatario ruso dejó la puerta abierta para el diálogo, pero aseguró que este debe tener en cuenta las preocupaciones rusas sobre la seguridad en Europa que Moscú planteó a EE. UU. y la OTAN.
“Hay que encontrar la forma de garantizar la seguridad y los intereses de todos los participantes en este proceso, desde Ucrania a los países europeos y Rusia”, insistió Putin.
Vladímir Putin, presidente ruso.
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