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Las calles de las grandes ciudades de Birmania quedaron vacías el martes y, desde sus casas, los habitantes aplaudieron para desafiar a la junta, en el primer aniversario del golpe de Estado militar que sumió al país en la violencia. Rangún, la capital económica, estaba desierta y muchas tiendas permanecieron cerradas. Esta huelga silenciosa, convocada por los opositores al régimen, fue muy seguida en todo el país del sudeste asiático. «El silencio es el grito más fuerte que podemos lanzar contra los soldados y su sangrienta represión», afirmó una opositora en Twitter. En las redes sociales se podían ver imágenes…
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