“Que la gente que limpió no tenga papeles es una injusticia porque perdió lo más preciado, que es la salud. Ahí no hay plata que valga (…) La salud no tiene precio”, dice a la AFP Rubiela Arias, otra limpiadora colombiana de la Zona Cero de 57 años, en la modesta habitación que alquila en Queens con la ayuda de su hijo.
Arias, que lucha hace años por la legalización de los hispanos que limpiaron “el cementerio gigante” de la Zona Cero, padece desde entonces varias enfermedades respiratorias y estomacales, además de estrés postraumático, entre otras dolencias mentales.
Más de 2 mil limpiadores, rescatistas y policías murieron debido a enfermedades vinculadas al 11/9, según el fondo federal de indemnización a las víctimas.
En los últimos años, muchos limpiadores indocumentados, algunos enfermos, “fueron deportados”, asegura la trabajadora social Rosa Bramble, que desde 2010 lidera el grupo “Fronteras de Esperanza” de forma voluntaria en su consultorio de Queens.
Otros regresaron a morir a sus países, porque estaban enfermos y no podían trabajar para mantenerse. “Aquí no podían pagar un alquiler”, dice esta profesora de la Universidad de Columbia, de origen venezolano.