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El Sambódromo de Río de Janeiro, donde este viernes deberían arrancar los desfiles del carnaval, fue iluminado con los colores de las escuelas de samba de la ciudad, en memoria del mundo del carnaval que paró por la pandemia y de las víctimas del COVID-19.
En un acto simbólico, el Rey Momo, que tradicionalmente recibe las llaves de la ciudad de manos del alcalde para “gobernar” con su locura la ciudad en carnaval, entregó las llaves a dos enfermeras, en representación del personal del sector de la salud que lucha contra la pandemia.
El alcalde, Eduardo Paes, participó en la ceremonia visiblemente emocionado: “Lo que queremos pedir es que… Me duele en el alma, nos parte el corazón no poder estar aquí hoy celebrando el carnaval carioca (…) pero el motivo es un motivo más que noble, no habrá carnaval porque queremos salvar vidas”, aseguró.
Paes resaltó la necesidad de ayudar al personal que trabaja en los hospitales y pidió que en los próximos días la población evite fiestas y aglomeraciones, y confió en que no haya “blocos” (comparsas callejeras) espontáneos.
Al mismo, tiempo, no obstante, quiso lanzar un mensaje de esperanza: “Mi promesa, y quiero asumir esto públicamente ante el Rey Momo, es que en 2022 haremos el mayor carnaval de la historia del mundo; será una celebración inolvidable para compensar este año”, prometió.
El Sambódromo de Río de Janeiro, proyectado por el arquitecto Oscar Niemeyer e inaugurado en 1984, tiene capacidad para más de 70 mil espectadores; durante estos días se convirtió en un punto de vacunación contra el COVID-19 en modalidad “drive thru”.
En los últimos días, el alcalde dio algunas declaraciones diciendo que no descarta la realización de ensayos en el Sambódromo a mediados del año si la vacunación avanza a buen ritmo, y también prometió en las redes sociales que en 2022 las fiestas durarán más de lo habitual.
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