R: En el mundo contemporáneo creo que este es uno de los principales acontecimientos. No porque sea nuevo porque la migración hace parte de la historia humana, lo que sí es nuevo -o relativamente- es el movimiento que proviene del sur, de territorios colonizados, hacia las sociedades prósperas del norte.
En el siglo XVIII hubo millones de europeos viajando al resto del mundo y apropiándoselo porque lo necesitaban y tenían el poder para hacerlo, y nadie podía oponerse. Lo de ahora es una migración muy diferente con gente sin poder diciendo «ahí hay prosperidad y queremos un poco» o «nuestras vidas corren peligro, queremos escapar y el lugar más seguro son esos países donde la gente vive vidas tranquilas y prósperas».
No hay nada inmoral en eso, hay un deseo de seguridad, de mejorar, las mismas razones por la que millones de europeos migraron en su momento. ¿Qué hay detrás de este pánico? Racismo. Es porque no son europeos y piensa: «van a venir estos cabrones ambiciosos a robar nuestra prosperidad, a arruinarnos la vida. No importa si antes nosotros fuimos a arruinar sus vidas o incluso matarlos, era nuestro derecho porque teníamos el poder». Es ese estúpido desconocimiento del significado del movimiento de personas que se ha producido desde hace años.