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Los primeros testimonios de niños sobrevivientes de la masacre en la escuela de Uvalde, Texas, donde un pistolero mató a 19 alumnos y dos maestras, empezaron ayer a conocerse. Además, decenas de personas se concentraron en la plaza central de esta localidad, convertida en lugar de homenaje a las víctimas.
“Es importante estar aquí, darle el pésame a la comunidad”, dice Rosie Varela, de 53 años, que viajó desde la ciudad texana de Del Río, con su marido y su hijo.
“Tenemos que ayudar a estos niños a salir de este trauma”, dijo Humberto Renovato, de 33 años.
La Policía admitió el viernes que tomó una “decisión errónea” al demorar cerca de una hora su ingreso, a pesar de varias llamadas de niños que pedían una intervención. Los 19 agentes que se encontraban en el lugar esperaban la llegada de una unidad especializada.
Según relató Samuel Salinas, de 10 años, al canal ABC, el tirador, Salvador Ramos, de 18 años, cerró la puerta del aula y se dirigió a los niños: “Van a morir todos”, antes de abrir fuego. “Creo que me estaba apuntando”, confesó el niño, pero una silla entre él y el tirador bloqueó la bala. Se tiró al piso cubierto de sangre para hacerse el muerto.
Otro estudiante, Daniel, contó al periódico The Washington Post que mientras las víctimas esperaban a que la Policía viniera a rescatarlos, nadie gritó. “Estaba asustado y estresado, porque las balas casi me pegan”, dijo.
Su maestra, que resultó herida, les susurró que “mantuvieran la calma” y “quedaran quietos”.
Una niña, también herida de bala, había pedido a su maestra que llamara a la Policía, diciendo que “sangraba mucho”, relató Daniel, que ya no puede dormir solo y tiene pesadillas. La idea de volver a la escuela, o incluso volver a ver a los compañeros de clase, sigue siendo aterradora para los niños sobrevivientes.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su esposa Jill visitarán hoy Uvalde para “compartir el luto” de los habitantes.
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