Apodado el “asesino del torniquete” por cómo estrangulaba a sus víctimas. Esto aterrorizó a los habitantes de Houston y sus alrededores entre 1986 y 1995.
El acusado fue condenado a pena de muerte por los homicidios confirmados de cuatro mujeres hispanas en ese período. Meses atrás se le había indicado que recibiría la inyección letal. Sin embargo, horas antes del procedimiento, un juez ordenó la suspensión.
Esto se originó por una confesión realizada el martes por Anthony Allen Shore a Brett Ligon, fiscal del condado de Montgomery. En el encuentro que mantuvieron un día antes de la ejecución, Shore le contó que otro condenado a muerte, Larry Swearingen, trató de convencerlo de asumir la responsabilidad por el asesinato de Melissa Trotter, de 19 años, en 1998.
Swearingen, que será ejecutado el próximo 16 de noviembre por haber degollado a Trotter, buscó persuadir a su compañero de que “no tenía nada que perder haciéndose cargo de esa muerte”. Aunque difícilmente la falsa confesión podría haber significado la absolución de Swearingen, sí podría haberle dado más tiempo de vida.
El fiscal Ligon consideró que la denuncia de Shore debía ser investigada y, por eso, pidió posponer su muerte. El juez le concedió el recurso y resolvió que se le suministre la inyección letal el próximo 18 de enero.
“Dios me ha dado otros 90 días”, dijo el “Asesino del torniquete” al enterarse de la resolución.