Juanes pudo acabar de ingeniero (se graduó como tal), pero un profesor de la universidad le dijo en su primer semestre, después de muchos ceros y no levantar cabeza: «tu cuerpo viene a clase pero tu alma no».
Lo de él era la música y lo sabía desde pequeño cuando su padre cantaba jazz y sus hermanos escuchaban a Gardel o vallenatos y cumbias.
De hecho a los 10 o 12 años tuvo una epifanía: estaba tocando solo la guitarra en la sala de su casa y sintió una conexión: «la guitarra es como la proyección de mi alma», aseguró ante un público que lo recibió con una gran ovación.
Esa conexión se prolongó cuando se puso a hacer ejercicio en la adolescencia. Dice que estaba gordo porque solo comía arepas, papas y chocolate, entonces comenzó a hacer ejercicio mientras escuchaba música. Echaba para delante y detrás las canciones para analizarlas.