Mónica Zak, sus viajes, sus historias y sus libros
La escritora sueca, creadora de La hija del Puma y de la serie de cuentos de “Alex Dogboy”, se presentará en Filgua el 1 de diciembre.
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La escritora sueca, creadora de La hija del Puma y de la serie de cuentos de “Alex Dogboy”, se presentará en Filgua el 1 de diciembre.
“¿Quién es usted?”, le preguntó una adolescente guatemalteca que asistía a la Filgua a la escritora sueca Mónica Sak. Cuando ella le dijo su nombre, la jovencita respondió: “Usted escribió Alex Dogboy” y se puso a llorar de la emoción. “Es mi libro preferido y lo he leído muchas veces”, añadió la joven lectora.
La escritora de 83 años, que el 1 de diciembre presentará algunos de sus libros traducidos al español y editados por Piedrasanta en la Filgua, afirma que la serie de Alex Dogboy está inspirado en una historia real y que el protagonista, que ya no vive en la calle, se comunica con ella. Señala que son precisamente las historias que surgen de la vida real las que tienen mayor arraigo entre sus lectores.
El trayecto
“Mi mamá era costurera y mi papá emigrante de Checoslovaquia”, cuenta la también periodista que nació en Alemania, pero vivió desde muy pequeña en Suecia. Recuerda cómo la lectura siempre estuvo en el seno de su humilde hogar. “Cada noche leían libros, en voz alta, para mí”, recuerda. “ No mamita, sigue leyendo por favor” era la súplica que de pequeña le hacía a su mamá, cuando ella le decía que tenía que trabajar.
“Para mí fue un orgullo muy grande cuando ya pude leer”, añade. Se recuerda a sí misma, sentada en la cocina con un libro con cuentos y haber leído el primero de ellos. “Vi que eran 16 páginas y estaba muy contenta. Desde entonces soy una lectora que lee todos los días”, asevera.
En la escuela, la niña fue ganando notoriedad debido a que repetía los relatos que sus padres le hacían o ella leía en la biblioteca familiar. Precisamente, la colección de libros del que su padre la rodeó propició el primer encuentro de Mónica con Guatemala.
Su padre era obrero en una fábrica. Ahí llegaron personas a ofrecer una colección de libros escogidos de entre los mejores de la época de todo el mundo a un precio accesible. Precisamente ahí había obras de Miguel Ángel Asturias. Fue así como Monica leyó, entre otros, El Señor Presidente.
La periodista y la exploradora
A los 16 años ya se desempeñaba como periodista en un diario local. De esa época recuerda la enseñanza de uno de sus jefes, quien le dijo que debía escribir con energía y facilidad, pensando en sus lectores. “Eso me ha ayudado tanto cuando escribo para niños y jóvenes”, admite la escritora.
Luego, se casó y junto a su esposo emprendió un viaje que la llevó a diversos países durante seis años. En el trayecto, específicamente en la isla de Tobago nació su hijo al que en honor a ese lugar llamó Kristofer Tobago. Luego, vendieron el bote y se divorciaron.
Habían estado en Panamá y ahí conoció la cultura de los indígenas cuna (actualmente llamados guna). Mónica tenía entonces la inquietud de realizar documentales. Así que compró un equipo de filmación y grabó bastante material. Al llegar a Suecia se dio cuenta que la cámara tenía problemas y nada de lo que había grabado servía, así que optó por escribir un libro para niños. Trataba acerca de una familia sueca, viviendo en un yate.
Gracias a ese libro la invitaron por primera vez a una escuela en Suecia para leer la historia. Ahí, los niños comenzaron a hacerle preguntas acerca de la vida de los indígenas cunas y ella no pudo contestar. Un niño sugirió hacer cartas con las preguntas. “Me di cuenta que los niños querían descubrir otras culturas”. En su próximo viaje Mónica pudo plantear y responder las dudas de los niños. Se hizo un nuevo libro con el que además se hicieron traducciones al español y al dulegaya, idioma del pueblo cuna.
De un conflicto a otro
Como periodista, Mónica cubrió la guerra de El Salvador. Ahí tenía el proyecto de escribir un libro con la abogada y activista de los derechos humanos Marianela García Díaz. Ella fue capturada, torturada y asesinada por las fuerzas armadas. Días antes de su captura, le había hecho unas fotografías a Mónica entrevistando a unos combatientes guerrilleros.
Esas fotos aparecieron en los medios de comunicación y aunque su nombre no figuraba, el gobierno la tachó como “una terrorista internacional dispuesta a destruir al país”. Para salir de El Salvador, la escritora asumió otra personalidad, la de Mónica Martínez, una empleada doméstica que, con ayuda de unos 40 solidarios desconocidos logró llegar a Guatemala y refugiarse en la Embajada de Suecia en Guatemala.
Su sorpresa fue mayúscula, cuando el propio embajador le contó la situación que se vivía en Guatemala, que estaba inmersa en el Conflicto Armado Interno.
Se fue a Suecia, pero en 1985 volvió a Guatemala para recopilar testimonios. “No fue tan fácil porque la gente en Guatemala no tenía confianza, no querían hablar. Al principio mi hijo de 17 años estaba conmigo y fuimos a Todos Santos. Yo sabía que ahí habían matado a 110 personas, pero la gente no decía nada”, relata.
Estando en el lugar decidieron participar en una competencia de ping pong para ganarse la confianza de los locales. Y precisamente una noche, se acercaron algunas personas para contar sus testimonios. “Cuando regresé a Suecia con muchos testimonios muy feos, muy crueles. Pensé, ¿quién va a leerlo? y también pensé que podía hacer algo bueno para un desarrollo de la paz en Guatemala”.
Al conocer la historia de los desplazamientos de parte de la población indígena hacia México, Mónica se encontró con refugiados. Con ellos profundizó su conocimiento de los nahuales. Parte de esa experiencia es narrada en uno de sus principales éxitos, La hija del puma, del cual se hizo una película en 1994.
Su opción por los niños y los jóvenes
Gran parte de la obra literaria de Mónica está dirigida a niños y jóvenes, además en sus obras cuenta historias de niños de distintas partes del mundo. Al preguntarle por qué prefiere escribir para los más jóvenes, señala que “ellos son lo mejor”.
En el encuentro que Mónica tendrá con la audiencia de Filgua comentará entre otras obras como La niña y la anguila, así como El niño que vivía con avestruces y Bailando con avestruces, que según dice también están basados en una historia real. Es más, señala que, aunque el niño ya murió, ella mantiene comunicación con su familia. Cuenta que pronto se filmará una película basada en El niño que vivía con avestruces.
Mónica explica que la recepción de las historias de Guatemala en distintos países es muy buena. La hija del puma fue publicada en Suecia hace 36 años y siempre vienen ediciones nuevas. Van a hacer otro tiraje y yo voy a hacer un prólogo nuevo. Además, lo van a publicar con audio. Todavía hay el mismo interés y también se entiende la situación de cómo es el refugiado porque en Europa hay muchos refugiados”, comenta.
La cita con Mónica en Filgua es el 1 de diciembre, a las 16:00 horas en la sala Miguel Ángel Asturias.
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