Pepe Mejía, ensayista
Viaje al centro de los libros.
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Viaje al centro de los libros.
El escritor guatemalteco José Mejía, o más conocido como Pepe Mejía (a lo Pepe Milla), tuvo un inicio fulgurante en las letras nacionales en los años 60 y 70 del siglo XX, cuando de México venía la producción de la “onda” mexicana de Sainz y Agustín, cuando la experimentación estaba de moda y en Guatemala iniciaba el periplo de la novela comprometida. Vivió sus años intensos de bohemia chapina, de tertulia feliz con los escritores de su generación en un bar que se ubicaba en los alrededores del Parque Colón, cuyo nombre debiera de recuperarse para la memoria. Le tocó la diáspora y se marchó a París, donde hizo estudios de doctorado en la Escuela de Altos Estudios, y por allá se casó, e hizo su vida en tal reino, pero manteniendo siempre el vínculo con Guatemala. Venía cada año, y se le recibía con entusiasmo, dando lugar a enredarnos en largas y acaloradas conversaciones anuales sobre literatura.
Pepe Mejía es hijo de Benigno Mejía (1911-2004), músico memorable autor de rapsodias y fantasías para orquesta y marimba, de un gran concierto para clarinete, de la Suite regional. Poema sinfónico, y demás música solemne, pero reconocido y en permanente actualidad popular por esa pieza clásica del género nacional de marcha procesionales Lágrimas de María Magdalena, que es muy solicitada cada año, salvo en estos dos de pandemia, que tradicionalmente suena por las calles conmoviendo a quienes observan o van detrás de los cortejos procesionales, y se transmite estacionalmente en la radio, en las emisoras que dan seguimiento a la Cuaresma. Mejía nació con la sensibilidad artística que cultivó en el hogar y fue a desarrollar al Viejo Mundo, donde recibió el año pasado la Medalla del Senado Francés por estrechar los lazos de amistad entre las naciones.
Es autor de las novelas Al pie de la colina y La muerte en si menor, pero cultivó también el ensayo, siendo especialista en la novela de Miguel Ángel Asturias, particularmente en Hombres de maíz, y ha publicado trabajos extraordinarios sobre la literatura nacional, la experiencia del exilio desde Landívar, y cuidadosos y puntillosos análisis de obras y autores, donde destaca su ensayo sobre la novela Los compañeros, de Marco Antonio Flores, que son 11 páginas inteligentes, donde no solo explica y desarrolla la importancia de dicha novela, sino entre líneas se dibuja a sí mismo, haciendo de la pieza una obra de arte. El ensayo aparece en una de las ediciones locales de la novela de Flores, y en línea se puede consultar en el siguiente enlace: http://biblio3.url.edu.gt/Publi/Libros/2013/Abrapalabra/ABRAP33/09.pdf.
El ensayo tiene estilo, es una pieza ejemplar de cómo se puede analizar una obra y a su autor, enlazando la proximidad de la experiencia al haber presenciado el proceso de escritura de la novela, sus avatares y el resultado extraordinario. Su ensayo lo es también. Con claridad asombrosa, estilo sabroso, narración fluida, Mejía cuenta el origen, las intenciones y el resultado de la creación en una época crucial, compleja, de la vida nacional. La novela fue escrita entre 1968 y 1971, y es intrépida, y Mejía cuenta el proceso de su elaboración, desde el título inicial, Los círculos, y su evolución, con gran pasión, mientras gradualmente nos va introduciendo a los protagonistas, a los cuatro compañeros: el Rata, que se adapta a la sociedad; el Bolo, en la encrucijada de participar o no en el conflicto armado; Chucha Flaca, el desertor con problemas de conciencia, y el Patojo, que es sacrificado inútilmente. Una novela insolente y transgresora que explica Pepe Mejía de manera poco usual, y que revela que una asignatura pendiente en nuestro país es publicar reunidos sus ensayos sobre la obra y los autores de Guatemala que desde París ha venido escribiendo José Mejía a lo largo de su vida, porque son ejemplo de maestría, de estilo, de laboriosidad e inteligencia.
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