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Los sábados por la mañana, el padre acostumbraba sentarse a leer el periódico frente a la ventana que daba a la calle. Lo hacía con calma, disfrutándolo, como si hubiera esperado ese momento toda la semana. La ventana, apenas abierta, dejaba entrar un viento suave, cálido, que se veía en las ondas rítmicas de una cortina casi transparente. A veces, en lugar de las noticias, leía una novela. Su favorita, contaba a sus amigos y conocidos, era la historia de una familia, generaciones de una familia, corregía, en la que todos tenían los mismos nombres y vivían en un pueblo…
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