Cincuenta años después
Es un texto breve, escrito al margen de todo pesimismo, vacuidad y miedo, escrito en una terca espera de la dicha y la ventura sentidas como algo más fuerte e intenso que el dolor y el horror.
Publicidad
Es un texto breve, escrito al margen de todo pesimismo, vacuidad y miedo, escrito en una terca espera de la dicha y la ventura sentidas como algo más fuerte e intenso que el dolor y el horror.
Quisiera presentar algunas ideas, que no es que sean novedosas ni, mucho menos, originales, aunque sí que pueden tener algo de sorprendentes; lo más probable es que, en mi caso, al menos sean inevitables, dado que la Universidad de San Carlos casi ha llegado a ser mi segunda casa: allí estudié de joven y allí trabajo de viejo. La verdad es que una universidad tan vieja, con tanta historia y con tanta gente da para mucho, seguro que mucho de lo bueno, de lo malo y, también, de lo que puede ser entendido, o bien como bueno, o bien como malo; y de eso mismo se trata, justamente. No quiero que esta declaración vaya adquiriendo un tono confesional, porque eso rara vez es conveniente, sobre todo si no se es San Agustín o Jean-Jacques Rousseau; pese a lo cual debo decir que experimento o, más bien, siento una distancia entre
Publicidad
Publicidad