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Imaginemos que, en las bases de convocatoria de uno de los premios literarios importantes establecidos en nuestra lengua, digamos el Alfaguara, o el Herralde, se estableciera como requisito de participación, y por tanto de acceso al premio, que la novela concursante debe llenar determinados requisitos en cuanto al tema a tratar, y en cuanto a la procedencia racial de los personajes, o su género, sus preferencias sexuales, o sus capacidades físicas. No estoy usando mi propia fantasía para crear un escenario distópico. Solo hago una transferencia al territorio de la literatura de las condiciones que la Academia de Cine de Estados Unidos acaba de establecer para las producciones que a partir del año 2024 compitan por el premio a la mejor película. Esas bases dicen que, en cuanto a “representación en la pantalla, temática y argumento”, la película debe centrarse en uno de los siguientes grupos: “mujeres, una etnia poco
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