En su libro The Enemy, Gopal Balakrishnan nos cuenta que en la noche del 31 de enero de 1933, cuando se celebraba en Alemania el ascenso de Adolf Hitler al cargo de Canciller, el gran jurista Carl Schmitt declaró: “Se puede decir que Hegel ha muerto”. Se refería al Hegel que, en su Filosofía del Derecho, había definido a la “clase burocrática” como la “clase universal”. El triunfo de Hitler constituía para Schmitt la derrota definitiva de esta clase que hoy ya no se la tilda de “burocrática”, sino se la reconoce más bien como el “Deep State”. En esta anécdota, en apariencia sin importancia alguna, está cifrado el conflicto que desgarra a la sociedad contemporánea y que, desde el punto de vista político, nos plantea la tensión entre la primacía de la burocracia y la prerrogativa de la autoridad soberana. Perteneciente a la generación de quienes nacieron una década