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Poema a una señorita ella convocaba a las fiestas con su voz de señorita y los niños nos bebíamos esa miel por los oídos. por eso, el sueño de todo niño era crecer para subir al campanario y derramar su azúcar sobre el valle. yo subí varias veces y bajé lamiéndome las manos. las flores habían formado su metal a través de las abejas. era de polen. algún día estaré sordo, pero la voz de esa señorita seguirá sonando en mis oídos. (De los Poemas del volcán de agua) El pez nunca aprendí a nadar sino hasta ahora en que me desnudo y avanzo hacia la orilla de tus ojos, mojo mis pies en sus riveras, me lanzo, reparto mi cuerpo en las dos pozas, me sumerjo en lo más profundo de sus aguas, en lo más negro, en lo más dulce, reúno mi cuerpo en lo más hondo y
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