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La convalecencia en una cama de hospital, entre paredes verde aqua, incita a pensar en la libertad de los viajes, los que deparan los libros, y la propia vida. Y anclado así en la cama, le he pedido a mi mujer que me traiga ciertos libros que quiero, indicándole dónde buscarlos en los estantes por el momento lejanos de mi biblioteca. Porque además de viajar en aviones o en trenes, o en las carreteras, pues ya no alcancé la era de los barcos trasatlánticos, para mi nostalgia, he aprendido a viajar en los libros, gozando de la ventaja de que te pueden llevar no solo a través de los espacios, sino de las edades. ¿Viajar es más necesario que vivir? ¿O para viajar hay que vivir? Cuenta Plutarco que Pompeyo Magno enfrentaba la situación de que los marineros de su armada no querían hacerse a la mar por la manera
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