Publicidad
El populismo es todo menos homogéneo como fenómeno de poder, y la prueba la encontramos muy bien expuesta en América Latina en lo que se ha dado en llamar el socialismo del siglo veintiuno, una mezcolanza en la que, pese a su diversidad local, dominan los colores que le impuso el comandante Hugo Chávez en Venezuela. Pero en nuestra historia aciaga es posible encontrar un parentesco directo entre lo que podríamos llamar el modelo chavista, copiado con variantes en Nicaragua, Bolivia o Ecuador, y el peronismo de mediados del siglo pasado en Argentina. Sólo que Chávez se valió solo, como cabeza única, y el general Juan Domingo Perón necesitó del auxilio invaluable de su esposa Eva Duarte, la Evita que todos conocemos, icono de musicales, novelas y posters, y cuya leyenda sobrevive más de seis décadas después de su muerte, entronizada en los mismos altares donde se venera al Che
Publicidad
Publicidad