La mediación del sujeto
Una identidad que, para ser perfecta y portar el valor de la universalidad, debe pagar el precio de la pérdida de atributos.
Publicidad
Una identidad que, para ser perfecta y portar el valor de la universalidad, debe pagar el precio de la pérdida de atributos.
¿Cómo llegamos del cero al uno? ¿Cómo, desde dónde, en qué momento se manifiesta el ente? ¿Es lo finito lo que se orienta al infinito, o lo infinito a lo finito? ¿Es que el fundamento está siempre fuera de la jurisdicción de lo fundamentado? Hay siempre una dimensión arqueológica de lo que es. Dimensión difusa, desconocida por cercana, origen y punto de partida, diría Husserl, de la constitución de sentido. Tomemos como ejemplo las memorias de la infancia; llega un punto en el que nuestros recuerdos se hacen difusos, fragmentarios y se pierden en la suposición. ¿Olvido? Quizá. En todo caso, olvido sintomático, represión. ¿Qué nos une a ese origen supuesto? ¿Qué habita, qué hay allí en ese lugar que llamamos “origen”? Silencio, un sujeto que guarda silencio. Sujeto contemplativo. ¿Qué relación hay entre silencio, contemplación y falta? Falta no es ausencia. La ausencia arranca el sentido del silencio, anula
Publicidad
Publicidad