“El teatro grabado -dice- te parece cartón pintado. La magia se rompe, la convención se rompe y empieza a parecer todo exagerado y falso”.
El impacto de las plataformas en el séptimo arte no solo se traduce en la pérdida de público en las salas, dice.
“La emoción no es la misma en un cine en pantalla grande que en la televisión. El humor, la risa, no son las mismas. La prueba está en que se han dejado de hacer comedias. Ya no se hacen comedias en el cine”, subraya un director que precisamente ama ese género.
No obstante, responde que no cuando se le pregunta si los amantes del cine pueden ir despidiéndose de ver películas nuevas de Campanella. «Mira, siempre cabe la posibilidad de que la cosa se revierta», subraya.
Campanella se alegra «mucho» de la nominación de Argentina, 1985, de Santiago Mitre, al Óscar a mejor película internacional, pero lamenta el poco tiempo que ha permanecido en la cartelera cinematográfica.
Confía en que se reponga en algunas salas gracias a la posibilidad de ganar el Óscar, pero no sabe si los que quieran verla, elegirán ir al cine o abonarse a Amazon.
Y le parece “un pecado” que la película alemana All Quiet on the Western Front, de Edward Berger, que considera una “obra maestra” y también está nominada al Óscar internacional, prácticamente no haya pasado por los cines.
Campanella apunta que otra desventaja de esta manera de ver cine es que ya no se crean estrellas. “Ya no, no hay. No hay estrellas prácticamente porque a pantalla chica, estrella chica y a pantalla grande, estrella grande”.