Frente al yacimiento arqueológico de Ollantaytambo, el “Inca” lamenta ver vacía la puerta de entrada a Machu Picchu.
Los violentos disturbios que sacuden Perú desde diciembre han ahuyentado a los turistas, dejando descolocadas a las comunidades que dependen de este popular destino.
“Mira, no hay nada, está vacío”, recalca el Inca Juan Pablo Huanacchini Mamani, de 48 años, quien trabaja con turistas ataviado con un traje de coloridas telas, sandalias y ornamentos dorados que resplandece con el sol.
La economía del país andino se basa en buena parte en el turismo, importante fuente de empleo que atraía a unos 4.5 millones de visitantes antes de la pandemia.
Pero en cuestión de semanas la situación ha cambiado en Ollantaytambo, a unos 60 km de Cuzco, capital inca y turística del país, donde unos 4,000 visitantes llegaban diariamente durante la temporada alta para conocer Machu Picchu.