De tanto negarlo vamos muriendo
EL BOBO DE LA CAJA
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EL BOBO DE LA CAJA
Una carretera minada de grietas, baches y secciones cuadriformes reparadas con chapopote: arreglos que alguien hizo mal y hoy permanecen ahí, despozolándose, homenajes a la desidia en grado superior: símbolo patrio, casi. Un accidente en esa carretera. Montones de heridos y muertos, parte de ellos sin contabilizar; ceros a la izquierda anónimos, omitidos, ignorados. ¿Cuántos fueron? ¿30? ¿19? ¿11? ¿2? Difícil precisarlo: las versiones discrepan, las coberturas noticiosas se contradicen, la ambulancia no dio parte, los lugareños hablan su propio idioma, no hay traductor para recoger la versión de los testigos, el causante se dio a la fuga, la policía fue la última en llegar. Nadie parece dispuesto a fajarse –porque, sí, hay que fajarse– para llenar el vacío informativo: Haga el favor de no molestar con preguntas impertinentes, es de mal gusto andar averiguando esas cosas. No lo dicen así, pero ése es el mensaje. En cambio,
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