Las luces se apagan
follarismos
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follarismos
Yo no sé qué crimen, qué falta grave o qué atropello contra personas o contra la deontología periodística haya cometido Haroldo Sánchez, como para que los dueños y magnates del diario Prensa Libre y del canal Guatevisión, donde él ejercía desde hace varios años la función de director del principal noticiero lo pusieran, de la noche a la mañana, de patitas en la calle. Resulta que los editoriales que él presentaba cada día eran prácticamente los únicos soportables de entre la abundante basura de programas con pseudo-noticias y entrevistas absurdas o políticamente correctas que ofrece la televisión guatemalteca. Haroldo tenía la propiedad de hacer comentarios valientes y agudos a través de los cuales enfocaba los hechos con una claridad y honestidad que casi nadie ha sabido ejercer en Guatemala, anteponiendo siempre la mirada humana y al mismo tiempo crítica sobre el acontecer nacional e internacional. Lo he dicho varias veces:
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