Cipriano
EL BOBO DE LA CAJA
Publicidad
EL BOBO DE LA CAJA
Víctor Cipriano vende shucos desde que llegó a la capital proveniente de una aldea de Chichicastenango, huyendo de eso que algunos llaman, sin más, guerra mientras que otros prefieren ornamentar eufemísticamente denominándolo conflicto armado interno. “Cuando vine a la ciudad vendíamos el hot dog a quince centavos”, recuerda en alusión a aquellos tormentosos tiempos no del todo idos aún. “Éramos siete hermanos. El mayor tenía 13 años, yo tenía 9, la más pequeña tenía seis meses”. Nos conocimos en el 2013, cuando me fijé en el local que renta por el barrio de la Villa. Eran como las dos de la tarde y al pasar por ahí las tripas me mordieron como diciendo yo quiero, tengo hambre. Así que entré. Al chilazo hojeé el Nuestro Diario que vi sobre una de las mesas y luego nos pusimos a charlar. Josué Goge, bajo licencia de Creative Commons Quedó huérfano por la
Publicidad
Publicidad