La penúltima
lucha libre
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lucha libre
Hace catorce años con el rediseño de elPeriódico nos asignaron la penúltima página a seis columnistas, la llamaban la página “irreverente”. En este pequeño espacio he comentado de todo, me he contradicho y me he equivocado. Son doscientas cincuenta palabras para intentar desarrollar un tema, dar una idea. Aquí afilé mi capacidad de síntesis a niveles insospechados y descubrí que opinar públicamente durante tanto tiempo mata neuronas. Nunca tuve la disciplina de planear mis temas o escribir dos o tres columnas de colchón. O si alguna vez las escribí, no las usé. Anticipar no es lo mío. Me encanta la presión del tiempo sobrevolando sobre mí y sentir acercarse la hora de cierre como una avalancha de responsabilidad. Generalmente paso toda la semana pensando en un tema para la columna, llenando papelitos con ideas y reflexiones. Cuando siento es de nuevo martes y mi cuartilla está en blanco.
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